martes, 27 de agosto de 2013

UNA ESCENA LUPANESCA

 
       LA MUJER MAYOR VESTIDA DE NEGRO ha entrado en el lupanar  y se ha sentado en una silla cerca de la puerta de entrada: bosteza y enseña su boca sin dientes. EL BOLA dialoga, muy formalmente, con LA JAIMONA, mientras no deja de fijarse en sus enormes tetas. EL ESPEJO se ríe a carcajadas con LA GORDA NEGRA que coge su brazo de langosta y se lo mete por su entrepierna. Ríen. EL PESCADERO PUTERO se pasea por el burdel con una bandeja de boquerones fritos: ofrece a unos y a otros. EL QUE SE CREÍA ESCRITOR,  comienza una conversación con EL PESCAERO PUTERO, mientras LA CANIJA RUBIA RUMANA escucha como si estuviera en una clase de Astrofísica.
                                   
                                    EL PESCADERO PUTERO

 Yo soy el que mejor trae el pescado de toda la provincia ¿por qué? Muy sencillo: soy el que compra los barcos enteros en Bilbao
                                   
                                   EL QUE SE CREÍA ESCRITOR

¿Y eso cómo puede ser?, porque yo no entiendo que ustedes, aquí en estas montañas, comáis mejor pescado que nosotros…que estamos más cerca el mar.
 LA CANIJA RUBIA RUMANA no deja de agarrarse al cuello de EL QUE SE CREÍA ESCRITOR: lo besa, le acaricia la espalda… le roza su vulva seca por la rodilla.                                   
                                  
                                  EL PESCADERO PUTERO

Yo he estado en Barbate comiendo atún y te puedo asegurar que no hay mejor atún en Barbate que aquí. Además, ¿ tú a cuántos kilómetros te crees que tenemos el mar?.

EL PESCADERO PUTERO habla sin parar, mientras mantiene la bandeja de boquerones fritos, imperturbable en su mano izquierda. Su olor a pescado corrompido, a tripas, a sangre de atún del Estrecho…se mezcla con el mal aliento de LA CANIJA RUBIA RUMANA. EL PESCADERO PUTERO, habla y habla, mientras de vez en cuando se come un boquerón con la boca abierta, enseñando el cadáver del boquerón muerto-frito en su boca sucia. LA CANIJA RUBIA RUMANA habla un español rumano-puteril, con su acento particular y entre cortando las palabras: sigue magreando a EL QUE SE CREÍA ESCRITOR, que callado acepta el monólogo de EL PESCAERO PUTERO y el masaje que le está dando LA CANIJA RUBIA RUMANA.
                                  
                                       LA CANIJA RUBIA RUMANA

Chico, ¿cuándo vamos subí arriba? O ¿vamos estar toda  noche hablando pescado?

LA CANIJA RUBIA RUMANA, coge la mano de EL QUE SE CREÍA ESCRITOR, y se la mete en sus partes pudendas. EL PESCADERO PUTERO viendo que no es escuchado,  se va: como dice el refrán, Con los boquerones a otra parte.
                                  
                                  LA CANIJA RUBIA RUMANA

¡Mira  mejillón más bonito tengo! Te la chupo y después folla. Media hora, 50 euros, una hora, 80. Una hora y estamos tranquilitos… follamos…tranquilidad.
LA CANIJA RUBIA RUMANA, tiene un diente de oro que le brilla y deslumbra a EL QUE SE CREÍA ESCRITOR.
                                   
                                   EL QUE SE CREÍA ESCRITOR

¿Cómo tienes el coño?¿ Afeitado o con pelos? Es que yo tengo que imaginármelo                     
                                
                                   LA CANIJA RUBIA RUMANA

¿Yo? Afeitado, más limpio. ¿Qué pasa, calvo,  gustan pelos en el coño?  Tú quieres me pongo peluca.

EL QUE SE CREÍA ESCRITOR le encanta hablar con las putas, sacarles sus vidas, sus costumbres, sus gustos… como Antonio El De La Petanca, que escribió sus grandes poemas de amor en las barras de los peores puticlubs de la Provincia.
 En un rincón, se encuentra  EL BOLA Y LA JAIMONA. Hablan como si se conocieran de toda la vida. Dialogan amistosamente, sin nada que interfiera su interlocución.
                                                    
                                                  EL BOLA

 Esos pechos ¿son de verdad? Nunca en mi vida había visto unos pechos tan perfectos.
                                                     
                                                   LA JAIMONA

 Claro que son  de verdad…lo que pasa es que están retocados. ¡Toca, Toca!

                                                  EL BOLA

      ¿ De dónde eres?

A EL BOLA le encantaba siempre preguntar a todo aquel que se pusiera por delante suya, de dónde era. Seguramente esa curiosidad le venía de sus múltiples viajes que hacía alrededor del mundo: EL BOLA era un viajero empedernido.

                                              LA JAIMONA

 Soy de un pueblo  de Albacete.

LA JAIMONA cerrando los ojos y muy gesticulosamente,  se recoge el pelo y apoya sus manos en las rodillas de EL BOLA… empieza su oratoria.

                                             LA JAIMONA

 Antes de nada, tengo que decirte una cosa…para que, antes de nada, estés avisado. Yo soy transexual y todavía de la parte de abajo, no estoy operada…¡vamos! qué tengo una polla entre medio las piernas.

EL BOLA consternado por la contestación, pidió a EL CAMARERO CON FLEQUILLITO, un palillo de dientes, con el que EL BOLA acostumbraba a quitarse los nervios y una espina de un boquerón que se le había quedado entre medio de las dos muelas que tenía medio empastadas: EL BOLA y sus dientes.                                            
                                                 LA JAIMONA

Mi padre se murió y no me vio mis tetas: lo que hubiera dado mi padre por tocar estas tetas, ¡con lo puerco y lo mierda que era! Así que viví una infancia….

 EL PESCADERO PUTERO interrumpe el soliloquio de LA JAIMONA  ofreciendo boquerones fritos. EL BOLA coge un boquerón, lo mastica, lo saborea.

                                                 LA JAIMONA

Anda, pescadero, sigue dando vueltas con tu bandeja de pescado y déjanos tranquilo.

EL PESCADERO PUTERO se va murmullando con su bandeja de boquerones fritos en su mano izquierda, imperturbable. LA JAIMONA retoma de nuevo su oratoria.

                                                LA JAIMONA

 Con 18 años me fui a Barcelona. Allí conocí a La Pepa La Taquillona y ella fue la que me orientó…y en fin…

El Bola seguía  con su palillo de dientes escudriñándose  las entrañas bucales y miraba muy fijamente a La Jaimona...que seguía hablando sin parar.

                                                     LA JAIMONA

Y he llegado a este pueblo, que son muy brutos… pero los brutillos estos, al final tragan… ¡en que se encuentren el vergajo ahí abajo!…porque… ¿tú sabes una cosa? Que yo estoy aquí por necesidad… porque  lo que yo quiero  es quitarme este vergajo.
En un acto de falta de pudor, LA JAIMONA se saca su verga  y se la enseña a EL BOLA.                                                  
                                                    EL BOLA

Haz el favor de guardarte eso. Yo con la mía tengo de sobra. No me hace gracia.
                                                 
                                                     LA JAIMONA

 ¿Qué no te hace gracia? Pues no la mires.

 El Bola no sabe qué hacer. Se escudriña de nuevo los dientes con su palillo dientes. La Jaimona sigue con su verga por bandera. El Bola no sabe qué hacer se levanta del taburete con la mala suerte que se tropieza y tiene que coger como punto de apoyo la verga de La JAIMONA. Nadie es testigo de este acontecimiento: EL BOLA llevará esta caída, en silencio, hasta la sepultura.

                                                LA JAIMONA

¿Qué haces? No decías que te no te hacía gracia. Pues bien que me las has cogido.

                                                 EL BOLA

 ¡No ves que me iba a caer!.

 LA JAIMONA se guarda su verga y pide a EL CAMARERO CON FLEQUILLITO, un vodka con naranja. EL BOLA pide una cerveza.  No sabe de qué hablar. De nuevo empieza una conversación fútil con LA JAIMONA.

                                                 EL BOLA

¿Y tú padre a qué se dedicaba?

EL ESPEJO mantenía un magreo insolente con LA GORDA NEGRA.  Con su brazo de langosta, meneaba el aire corrompido del lupanar, y a la vez gesticulaba de la manera que él sólo sabía hacer: brazo de langosta para arriba, para el centro, brazo de langosta girando…EL ESPEJO expresaba sus sentimientos sin necesidad de hablar.
                                    
                                        EL ESPEJO

 ¡Eres muy guapa!

                                     LA GORDA NEGRA

 Y  tú también: tienes unos ojos lindísimos, pero… ¿Cuándo vamos a follar?

                                       EL ESPEJO

 ¡Ojalá!... pero es que yo no follo: yo hago el amor.

                                       LA GORDA NEGRA

 Venga, Mi amor,  que se te ve que eres hombre de grandezas. Además… se te nota.

                                       EL ESPEJO

 ¿Te gusto? Porque si verdaderamente te gusto, podemos pasar un ratito… disfrutar el momento…el ahora. Enamorarnos, porque yo no entiendo el follar sin amor. Yo nunca he follado: Yo hago el amor.

LA NEGRA GORDA mira muy fijamente a EL ESPEJO y empieza a reírse a carcajadas que inundan el burdel: risas ruidosas que sólo las negras saben hacer de verdad.

                                       LA GORDA NEGRA

Chaval, he conocido a infinidad de hombres: altos, bajos, gordos, negros, calvos… pero ninguno tan gracioso como tú: ¡eres impresionante!.

 La GORDA NEGRA abraza a EL ESPEJO y empieza a besarlo, apasionadamente. EL ESPEJO con su brazo de langosta, acaricia el trasero de LA GORDA NEGRA, que cada vez más gustosamente se va dejando encandilar por los halagos de EL ESPEJO.
 Pasan los segundos, los minutos y las horas, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic tac, tic, tac, tic, tac…las escenas son las mismas, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac…EL ESPEJO, EL QUE SE CREÍA ESCRITOR y EL BOLA salen del lupanar.