LA MUJER MAYOR VESTIDA DE NEGRO ha entrado en el lupanar y se ha sentado en una silla cerca de la puerta de entrada: bosteza y enseña su boca sin dientes. EL BOLA dialoga, muy formalmente, con LA JAIMONA, mientras no deja de fijarse en sus enormes tetas. EL ESPEJO se ríe a carcajadas con LA GORDA NEGRA que coge su brazo de langosta y se lo mete por su entrepierna. Ríen. EL PESCADERO PUTERO se pasea por el burdel con una bandeja de boquerones fritos: ofrece a unos y a otros. EL QUE SE CREÍA ESCRITOR, comienza una conversación con EL PESCAERO PUTERO, mientras LA CANIJA RUBIA RUMANA escucha como si estuviera en una clase de Astrofísica.
EL PESCADERO PUTERO
Yo soy el que mejor trae el pescado de toda
la provincia ¿por qué? Muy sencillo: soy el que compra los barcos enteros en Bilbao…
EL QUE SE
CREÍA ESCRITOR
¿Y
eso cómo puede ser?, porque yo no entiendo que ustedes,
aquí en estas montañas, comáis mejor pescado que nosotros…que estamos más cerca
el mar.
LA CANIJA RUBIA RUMANA no deja de agarrarse al
cuello de EL QUE SE CREÍA ESCRITOR: lo besa, le acaricia la espalda… le roza su
vulva seca por la rodilla.
EL PESCADERO PUTERO
Yo he estado en Barbate comiendo atún y te puedo
asegurar que no hay mejor atún en Barbate que aquí. Además, ¿ tú a cuántos
kilómetros te crees que tenemos el mar?.
EL
PESCADERO PUTERO habla sin parar, mientras mantiene la bandeja de boquerones
fritos, imperturbable en su mano izquierda. Su olor a pescado corrompido, a
tripas, a sangre de atún del Estrecho…se mezcla con el mal aliento de LA CANIJA
RUBIA RUMANA. EL PESCADERO PUTERO, habla y habla, mientras de vez en cuando se
come un boquerón con la boca abierta, enseñando el cadáver del boquerón
muerto-frito en su boca sucia. LA CANIJA RUBIA RUMANA habla un español rumano-puteril,
con su acento particular y entre cortando las palabras: sigue magreando a EL QUE
SE CREÍA ESCRITOR, que callado acepta el monólogo de EL
PESCAERO PUTERO y el masaje que le está dando LA CANIJA RUBIA RUMANA.
LA CANIJA RUBIA RUMANA
Chico, ¿cuándo vamos subí arriba? O ¿vamos estar
toda noche hablando pescado?
LA
CANIJA RUBIA RUMANA, coge la mano de EL QUE SE CREÍA ESCRITOR, y se la mete en
sus partes pudendas. EL PESCADERO PUTERO viendo que no es escuchado, se va: como dice el refrán, Con los
boquerones a otra parte.
LA CANIJA RUBIA RUMANA
¡Mira mejillón más bonito tengo! Te la chupo y
después folla. Media hora, 50 euros, una hora, 80. Una hora y estamos tranquilitos…
follamos…tranquilidad.
LA
CANIJA RUBIA RUMANA, tiene un diente de oro que le brilla y deslumbra a EL QUE
SE CREÍA ESCRITOR.
EL QUE SE
CREÍA ESCRITOR
¿Cómo
tienes el coño?¿ Afeitado o con pelos? Es que yo tengo que imaginármelo…
LA CANIJA
RUBIA RUMANA
¿Yo? Afeitado, más limpio. ¿Qué pasa, calvo, gustan pelos en el coño? Tú quieres me pongo peluca.
EL QUE SE CREÍA ESCRITOR le encanta hablar con
las putas, sacarles sus vidas, sus costumbres, sus gustos… como Antonio El De
La Petanca, que escribió sus grandes poemas de amor en las barras de los peores
puticlubs de la Provincia.
En un rincón, se encuentra EL BOLA Y LA JAIMONA. Hablan como si se conocieran
de toda la vida. Dialogan amistosamente, sin nada que interfiera su
interlocución.
EL BOLA
Esos pechos
¿son de verdad? Nunca en mi vida había visto unos pechos tan perfectos.
LA JAIMONA
Claro que son
de verdad…lo que pasa es que están
retocados. ¡Toca, Toca!
EL
BOLA
¿ De
dónde eres?
A
EL BOLA le encantaba siempre preguntar a todo aquel que se pusiera por delante
suya, de dónde era. Seguramente esa curiosidad le venía de sus múltiples viajes
que hacía alrededor del mundo: EL BOLA era un viajero empedernido.
LA JAIMONA
Soy de un
pueblo de Albacete.
LA
JAIMONA cerrando los ojos y muy gesticulosamente, se recoge el pelo y apoya sus manos en las
rodillas de EL BOLA… empieza su oratoria.
LA JAIMONA
Antes de
nada, tengo que decirte una cosa…para que, antes de nada, estés avisado. Yo soy
transexual y todavía de la parte de abajo, no estoy operada…¡vamos! qué tengo
una polla entre medio las piernas.
EL BOLA consternado por la contestación, pidió
a EL CAMARERO CON FLEQUILLITO, un palillo de dientes, con el que EL BOLA
acostumbraba a quitarse los nervios y una espina de un boquerón que se le había
quedado entre medio de las dos muelas que tenía medio empastadas: EL BOLA y sus
dientes.
LA JAIMONA
Mi padre se murió y no me vio mis tetas: lo que
hubiera dado mi padre por tocar estas tetas, ¡con lo puerco y lo mierda que
era! Así que viví una infancia….
EL PESCADERO
PUTERO interrumpe el soliloquio de LA JAIMONA
ofreciendo boquerones fritos. EL BOLA coge un boquerón, lo mastica, lo
saborea.
LA JAIMONA
Anda, pescadero, sigue dando vueltas con tu bandeja
de pescado y déjanos tranquilo.
EL
PESCADERO PUTERO se va murmullando con su bandeja de boquerones fritos en su
mano izquierda, imperturbable. LA JAIMONA retoma de nuevo su oratoria.
LA JAIMONA
Con 18 años
me fui a Barcelona. Allí conocí a La Pepa La Taquillona y ella fue la que me
orientó…y en fin…
El
Bola seguía con su palillo de dientes
escudriñándose las entrañas bucales y
miraba muy fijamente a La Jaimona...que seguía hablando sin parar.
LA JAIMONA
Y he llegado a este pueblo, que son muy brutos… pero
los brutillos estos, al final tragan… ¡en que se encuentren el vergajo ahí
abajo!…porque… ¿tú sabes una cosa? Que yo estoy aquí por necesidad… porque lo que yo quiero es quitarme este vergajo.
En
un acto de falta de pudor, LA JAIMONA se saca su verga y se la enseña a EL BOLA.
EL BOLA
Haz el favor de guardarte eso. Yo con la mía tengo
de sobra. No me hace gracia.
LA
JAIMONA
¿Qué no te
hace gracia? Pues no la mires.
El Bola no
sabe qué hacer. Se escudriña de nuevo los dientes con su palillo dientes. La
Jaimona sigue con su verga por bandera. El Bola no sabe qué hacer se levanta
del taburete con la mala suerte que se tropieza y tiene que coger como punto de
apoyo la verga de La JAIMONA. Nadie es testigo de este acontecimiento: EL BOLA
llevará esta caída, en silencio, hasta la sepultura.
LA JAIMONA
¿Qué haces? No decías que te no te hacía gracia.
Pues bien que me las has cogido.
EL BOLA
¡No ves que
me iba a caer!.
LA JAIMONA se
guarda su verga y pide a EL CAMARERO CON FLEQUILLITO, un vodka con naranja. EL
BOLA pide una cerveza. No sabe de qué
hablar. De nuevo empieza una conversación fútil con LA JAIMONA.
EL BOLA
¿Y tú padre a qué se dedicaba?
EL ESPEJO mantenía un magreo insolente con LA GORDA
NEGRA. Con su brazo de langosta, meneaba
el aire corrompido del lupanar, y a la vez gesticulaba de la manera que él sólo
sabía hacer: brazo de langosta para arriba, para el centro, brazo de langosta
girando…EL ESPEJO expresaba sus sentimientos sin necesidad de hablar.
EL ESPEJO
¡Eres muy
guapa!
LA GORDA NEGRA
Y tú también: tienes unos ojos lindísimos, pero…
¿Cuándo vamos a follar?
EL ESPEJO
¡Ojalá!...
pero es que yo no follo: yo hago el amor.
LA GORDA NEGRA
Venga, Mi
amor, que se te ve que eres hombre de
grandezas. Además… se te nota.
EL
ESPEJO
¿Te gusto?
Porque si verdaderamente te gusto, podemos pasar un ratito… disfrutar el momento…el
ahora. Enamorarnos, porque yo no entiendo el follar sin amor. Yo nunca he
follado: Yo hago el amor.
LA NEGRA GORDA mira muy fijamente a EL ESPEJO y
empieza a reírse a carcajadas que inundan el burdel: risas ruidosas que sólo
las negras saben hacer de verdad.
LA GORDA NEGRA
Chaval, he conocido a infinidad de hombres: altos,
bajos, gordos, negros, calvos… pero ninguno tan gracioso como tú: ¡eres
impresionante!.
La GORDA
NEGRA abraza a EL ESPEJO y empieza a besarlo, apasionadamente. EL ESPEJO con su
brazo de langosta, acaricia el trasero de LA GORDA NEGRA, que cada vez más
gustosamente se va dejando encandilar por los halagos de EL ESPEJO.
Pasan los
segundos, los minutos y las horas, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic
tac, tic, tac, tic, tac…las escenas son las mismas, tic, tac, tic, tac, tic,
tac, tic, tac…EL ESPEJO, EL QUE SE CREÍA ESCRITOR y EL BOLA salen del lupanar.