miércoles, 29 de octubre de 2014

SOBRE LA MARCHA

   Una tarde lluviosa de primavera, Jesucristo iba con sus  noventa y dos  apóstoles, y uno de ellos,  Simón,  le preguntó: Maestro, ¿mañana podríamos ir a la Sinagoga y cagarnos en tó los muertos de los hijos de putas aquellos que la gobiernan? Jesucristo, sin perder la compostura, respondió: Simón, hijo…!sobre la marcha!, !sobre la marcha! que seguramente, de aquí a mañana… deberemos de cagarnos en los muertos de otros…sobre la marcha…Simón… sobre la marcha. Así, desde aquel día, Sobre la marcha, tiene una trascendencia celestial, un valor espiritual, unas connotaciones platónicas…y sobre todo, un arrojo de SENTIDO COMÚN, que es lo que falta últimamente en estos tiempos: capacidad de juzgar y obrar acertadamente

   Nuestras vidas deben basarse en un fluir de acontecimientos. Existir sin prisas, disfrutando del ahora porque mañana quién sabe dónde estarás: SOBRE LA MARCHA. Puedes planear muchas cosas, muchos actos, muchos acontecimientos…pero todo se tuerce porque la vida es ante todo improvisación. Decía Yoni Palomero, nuestro gran filósofo comarcal, en su único y malogrado ensayo y jamás publicado, Elogio a la calmael ser humano ya no piensa en correrse, piensa en correr. Ya no hay risas, hay prisas. Hemos cambiado el sexo por el atletismo, ¿estamos locos o tontos? Ahora no nos drogamos, ahora hacemos 200 kilómetros en dos días sin parar, y después cogemos la bicicleta y nos tiramos con ella al mar y hacemos “submaclinismo”, porque lo nuestro es inventar tonterías para liberarnos de esta prisa que nos invade. Ya nos hemos acostumbrado, a ver por nuestros pueblos, a  unos seres humanos encorsetados en unas mallas, con unas gorras, con unos relojes digitales, con caras de yonkis… galopando por las aceras, que te adelantan y no te dicen ni buenos días porque van asfixiados pensando que tienen que mejorar su marca: ¿qué marca, ni qué leches?, ¿ tú eres deportista ni ná?, ¿a dónde vas con tantas carreras?, ¿qué estás buscando con tanto jalar?, ¿se te ha perdío algo?, ¡ qué pareces medio tonto!. Anda y déjate de carreras: camina y observa como la cigüeña hace su nido en lo alto del  corrompido Ayuntamiento: Imbécil, qué no te enteras…”.  

   La vida se tiene que vivir sobre la marcha: este momento que estás viviendo,  este instante en el que lees estas palabras, este minuto, este día, este mes, este año,  no lo vivirás de nuevo: JAMÁS. Vivir sobre la marcha, aprovechando todo aquello que te vaya sucediendo, sin desaprovecharlo, porque…no se volverá a repetir, porque,  aquí no se repite curso, como decía,  acodado en la barra de un bar, nuestro famoso poeta local, Antonio el de la Petanca. Vivir sobre la marcha pero con tu guión en la mano, que te oriente por ese camino que ya has trazado tú, y no otro. Déjate de adaptaciones, de remake…haz tu propio guión y no te dejes influir por los consejeros que no tienen ni idea de sus vidas y sí ven muy claras la de los demás. En este camino, en esta vereda, te podrás encontrar con un sinfín de obstáculos, problemas que empalagan, húmedas lumias con las ideas de Caín, perros que cantan a la luna y a la perra vieja que siempre está en el parque, vinicultores que buscan sabores donde no los hay y algún que otro istierco (término que no es universal pero que significa: ser despreciable, indigno, rastrero, detestable, aborrecible, abyecto, innoble, ruin, mezquino, infame, de baja ralea…UN ISTIERCO) de los que nunca tuvieron que dejar salir de la vagina de su madre. Te encontrarás de todo: árboles que florecen en primavera y lagos resplandecientes, montañas peladas y desiertos que fluyen… y sangre, y pus, y veneno en las entrañas, y una flor resplandeciente en lo alto de un tejado viejo…  pero tendrás que vivirlo, porque en esto consiste este juego.

   Vivir sobre la marcha, vagabundear por este cortijo que llaman tierra, morar sin cansarse, y… muy tranquilo, muy sosegado, porque al final, tó es pa ná. Y habrá que sudar para ganarse el pan de cada día. Ya nos lo dejaron en herencia nuestros padres primogénitos Adán y Eva: te ganarás el pan con el sudor de tu frente… pero las últimas investigaciones nos dicen que sudar en demasía es perjudicial para los glóbulos rojos y los leucocitos: confórmate con lo justo o con menos, tú eliges. No tengas grandes pretensiones: ¿pa qué?.

   Y si algún día te encuentras que no sabes por dónde tirar, que no sabes cuál es tu camino…no debes dudarlo: reza a la Virgen de la Yerba Perenne, pero… tampoco te pases rezando: puedes llegar  a la tontura, a lo  intransigente, a lo dogmático…al radicalismo y  a no ver la realidad que te rodea. Dirígete a Huenca: lugar en el que te hallarás, otra vez contigo mismo y con tu camino... y de nuevo retomarás la ilusión por morirte, pero… de risa.

martes, 22 de abril de 2014

EL MOJONERO


           Dejamos de bailar. El Mojonero  estaba lleno de gente, de tablas de snow, de cascos serigrafiados a lo Troya, de gafas de mil colores, de bastones de magnesio que no pesan…de perros de marca. Aquella gente iba vestida como si fueran a  conquistar Saturno o ir de nuevo a la Luna. Allí estaba la flor y nata del esquí nacional e internacional, o eso deduje yo, pues allí no se hablaba sólo español: escuche algo de francés, algo de inglés y un chin de chino (po atríncame el pepino, como decía uno de los más famosos versos de Antonio el de la Petanca).

          Asustados, pues no sabíamos cómo colocarnos entre tanta tabla y tanto casco, nos hicimos hueco en un lado de la barra. El famoso Sergio Tres Nuos, según El Bola, parecía que no estaba en el local.  Empezamos  a observar y vimos, cómo, en aquel restaurante,  había fotos de nuestro pueblo: nuestro Castillo abandonado, sin papeleras, sin moros, sin políticos que se preocuparan por él. Nuestra Gran Iglesia que algunos dicen que iba para Catedral del Sur de Europa y se quedó para que don José Armario, cura del pueblo, se pelara a toda aquella que necesitaba un poco de pan. Nuestra sierra con sus cabras montesas que yo nunca había visto y su cantera abierta de par en par… y nuestro símbolo: nuestra Gallina gorda y clueca, casi a punto de estallar, ¡ pun!! Y es que,  los de Mojón siempre llevamos a nuestro pueblo en el meollo, pero…cuando estamos en él, lo odiamos, Vaya mierda de pueblo, ¡es que aquí no hay ná!... y cuando estamos fuera de él, nos morimos de melancolía, de tristeza…de idiotez terruna, que es lo que llevamos en nuestras mentes y en nuestras venas… Yo no soy de Sevilla: yo soy de Mojóntú serás, irrefutablemente, de la vagina de tu madre, como también decía, un célebre verso de Antonio el de la Petanca.

      El Restaurante se quedó vacío. El Bola, con su don de gentes, le preguntó a EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE, que dónde estaba Sergio el Tres Nuos.   EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE, dijo que aquí no hay ningún Sergio tres Nuos: el dueño de este restaurante, con una estrella michelín y siete gomas de plástico, se llama Sergi. Éste, posiblemente, esté dando sus clases semanales de tenis con  David Escudeiro, ganador de tres Mondongos en la África Central. Bueno, pues mientras viene, Sergi, dijo El Bola, ponnos algo de comer… lo típico, lo que esté bueno de esta zona. EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE nos dijo que nos sentáramos en una mesa, que… allí, seguramente… vais a estar más cómodos. Nos sentamos al lado de una chimenea que estaba a punto de apagarse.
        
      El Bola se ganó  la confianza de EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE, diciéndole que él era del mismo pueblo que su jefe, Sergi,  que se había criado con él, que los dos cogieron la primera borrachera juntos, que también estuvieron guardando cochinos …Las cosas de El Bola… Y bebimos vino de la comarca del Valle de Turín, con tonos rojizos y aromas a vainilla mentalizados con albahaca de la abuela tana: allí arriba, en las montañas nevadas, también existía la tontería. EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE nos abrió la botella con una parsimonia, que nunca, jamás de los jamases, había visto. Con una lentitud extrema, cogió la botella, y muy lentamente, fue escanciándola en una copa. El Bola probó: excelente, dijo El Bola con voz sublime.

     EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE empezó su clase magistral, su master-class, sobre cómo había que beberse un vino: Buscadle el sabor a vainilla… buscad, buscad… En boca, en el paladar izquierdo, buscad, buscad…. ¿ lo habéis encontrado? Buscad, buscad… Mientras nos daba aquella clase magistral, meneaba una copa en su mano, que ya sin nuestro permiso se había echado. Buscad y  oled…¿no os huele a  albahaca mentalizada? Metimos nuestras lindas narices, y empezamos a oler.  Pero moved las copas… que el tanino del vino se volatice. Moved y oled. El Bola, El Espejo y yo, olimos y  bebimos vino hasta que aquello nos olió a menta, albahaca y  a vainilla fresca criada a las orillas del Nilo. Y LA VIRGEN DE LA YERBA PERRENNE OLÍA A PURPLE HAZE CRIADA CON CACA DE YEGUA VIEJA.

       Empezaron a llegar platos. Comimos ensaladilla de patata asada con queso del cantábrico caramelizado con avellanas, ensalada de bacalao con foie de cochino criado a las orillas del río Sallent, olla tensina con anchoas agridulces de Umbrique,  ajoarriero con aromas de frambuesa a la carbonara , chuleta de ternera con denominación pirenaica al queso de cabrales…Y en el restaurante seguíamos solos. El Sergio Tres Nuos, Sergi, no aparecía.
 Los camareros empezaron a recoger, a limpiar… a cagarse en nuestros muertos… por lo bajine. Y Sergio, el tres Nuos, Sergi,  no aparecía. Esperamos. Pedimos el postre.

    EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE, nos recomendó una tarta de de tres chocolates con helado de naranja en fina rosa de chocolate negro, turrón de mazapán con nueces y con frutas escarchadas, raviolis de piña con helado de albahaca y caviar de frutos rojos. Ponga, uno de cada, dijo El Bola, hoy vamos a comer como señores. Y seguíamos bebiendo vino. Y llegó el postre y aquello fue algo mágico para los sentidos: sólo descriptible con gemidos. Y seguíamos bebiendo vino. EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE  nos informó  que Sergi, Sergio el tres Nuos, estaba en un velatorio, es que se ha muerto el alcalde del pueblo, nos dijo casi con las lágrimas saltadas. Fue mentar a la parca y…nos levantamos  de un salto y pedimos la cuenta. Pagamos y nos despedimos con un ebrioso abrazo a EL CAMARERO CON CARA DE BUENA GENTE. Nos marchamos eructando albahaca mentalizada con aromas de frutos del bosque caramelizados a lo pobre. 

jueves, 16 de enero de 2014

BAILANDO


           Nevaba. El Bola, que decía conocer el pueblo, nos dijo que nos iba a dar una visita turística por Sallent de Gállegos ¿ y para qué más visita turística que haber conocido a Yazmín?, preguntó El Espejo con los ojos abarrotados de enamoramiento. El Bola y yo seguimos andando, mientras El Espejo miraba a lo lejos el lupanar que se deshacía en el helado vaho…vaho.
       Llegamos a la plaza del pueblo, El Mentidero. Allí, según nos fue explicando El Bola, las mujeres lavaban la ropa y sacaban las bragas y los calzoncillos sucios de todos los vecinos.  El Espejo, sin dudarlo, en aquella plaza fría y sola y con unos lavaderos púbicos, que no públicos,  empezó a gritar, Yazmín, Te quiero…y siempre te recordaré como lo que fuiste…una mujer de un día. Y empezó a bailar con su brazo-pinza de langosta y  a recibir el helado vaho…vaho, en su cara. El Espejo nos embrujó de tal manera, que cuando nos dimos cuenta estábamos los tres bailando al son de un tres cubanos que salía de la boca de El Espejo. Era genial sentirse vivo. El baile siempre da la felicidad: científicamente comprobado según un estudio que se hizo, hace siete años,  en la Universidad de Albacete.  Y seguíamos bailando y seguíamos sintiendo nuestro cuerpo en cada movimiento…y seguíamos danzando. El Espejo (bailando) seguía con sus tres cubanos a sus espaldas y El Bola (bailando) cogió sus maracas imaginarias y empezó a ser el más rápido de todos los maraquitas del mundo y yo (bailando) me puse la peluca de Juan el de la Tómbola y me pegué una pataíta por alegrías. Aquello era todo armonía: grandilocuencia mágica. Nos paramos y nos callamos…y llegó el silencio y el frío y nos dimos cuentas de que era mejor seguir… bailando que dejar de bailar: y seguimos bailando: Bailongo, que vas a caballo y no das los buenos días, si el caballo oscilara, otra gallina vieja cantaría.  Y LA VIRGEN DE LA YERBA PERENNE (bailando) NOS GUIÑÓ  EL OJO IZQUIERDO.

          El Bola (bailando)  nos dijo que nos iba a llevar a un restaurante que es de un paisano, Sergio el Tres Nuos, que por lo visto, según El Bola (bailando con sus maracas) había tenido que irse de Mojón por patas, pues le pegó una paliza a nuestro alcalde, al primo de nuestro alcalde, al hermano de nuestro alcalde y a cinco chupapollas más de nuestro alcalde: héroe local que desconocíamos El Espejo y yo.

         Nos dirigíamos (bailando) a otro lugar ignoto: El Bola (bailando), El Espejo (bailando) y yo (bailando) al restaurante que se llamaba, según El Bola (bailando), El Mojonero.