Llegamos a la plaza del pueblo,
El Mentidero. Allí, según nos fue explicando El Bola, las mujeres lavaban la
ropa y sacaban las bragas y los calzoncillos sucios de todos los vecinos. El Espejo, sin dudarlo, en aquella plaza fría
y sola y con unos lavaderos púbicos, que no públicos, empezó a gritar, Yazmín, Te quiero…y siempre te recordaré como lo que fuiste…una mujer
de un día. Y empezó a bailar con su brazo-pinza de langosta y a recibir el helado vaho…vaho, en su cara. El
Espejo nos embrujó de tal manera, que cuando nos dimos cuenta estábamos los
tres bailando al son de un tres cubanos que salía de la boca de El Espejo. Era
genial sentirse vivo. El baile siempre da la felicidad: científicamente
comprobado según un estudio que se hizo, hace siete años, en la Universidad de Albacete. Y seguíamos bailando y seguíamos sintiendo
nuestro cuerpo en cada movimiento…y seguíamos danzando. El Espejo (bailando)
seguía con sus tres cubanos a sus espaldas y El Bola (bailando) cogió sus
maracas imaginarias y empezó a ser el más rápido de todos los maraquitas del
mundo y yo (bailando) me puse la peluca de Juan el de la Tómbola y me pegué una
pataíta por alegrías. Aquello era todo armonía: grandilocuencia mágica. Nos
paramos y nos callamos…y llegó el silencio y el frío y nos dimos cuentas de que
era mejor seguir… bailando que dejar de bailar: y seguimos bailando: Bailongo, que vas a caballo y no das los buenos
días, si el caballo oscilara, otra gallina vieja cantaría. Y LA VIRGEN DE LA YERBA PERENNE (bailando)
NOS GUIÑÓ EL OJO IZQUIERDO.
El Bola (bailando) nos dijo que nos iba a llevar a un
restaurante que es de un paisano, Sergio el Tres Nuos, que por lo visto,
según El Bola (bailando con sus maracas) había tenido que irse de Mojón por
patas, pues le pegó una paliza a nuestro alcalde, al primo de nuestro alcalde,
al hermano de nuestro alcalde y a cinco chupapollas más de nuestro alcalde:
héroe local que desconocíamos El Espejo y yo.
Nos dirigíamos (bailando) a otro lugar ignoto:
El Bola (bailando), El Espejo (bailando) y yo (bailando) al restaurante que se
llamaba, según El Bola (bailando), El Mojonero.