viernes, 2 de noviembre de 2012

EL APARCAMIENTO

     En un silencio absoluto, El Bola aparcó el coche de una manera que todavía hoy la tengo en el recuerdo. Cosas tan simples, como hacer un buen potaje de garbanzos, dar unos buenos días efusivos o hacer la cama a las siete de la mañana … son cosas que hay que hacerlas muy bien para que destaquen, para que perduren en la memoria de la Humanidad.
     El aparcamiento que hizo El Bola al llegar a Sallent de Gàllegos  fue digno de merecer un parón en la Historia del Automóvil Mundial. Quedará en el recuerdo para la posteridad, como el aparcamiento menos complejo de la Historia y  a la vez, como el más barroco, el más ornamentado, el más recargado que se haya visto hasta nuestros días. Dicha obra de Arte Automovilística se produjo en un llano, que hacía las funciones de Parking y que se encontraba  a las afueras del pueblo en donde no había ni un solo coche aparcado  y además, no había ni una luz que lo mal iluminara. El Bola, concentrado, abstraído, palpando la genialidad, con una suavidad fuera de lo normal, acarició el volante y dejó que sus manos fueran dimensionando El Espacio. Los parabrisas del coche iban al compás del Bola o El Bola al compás de los parabrisas ( hay misterios con los que me moriré sin resolver). Aquello era un desafío entre EL ESPACIO Y EL BOLA. Cambiaba de marchas de una manera armoniosa: primera, marcha atrás…primera, marchas atrás… Parecía que fuéramos volando en vez de ir rozando el suelo. Acelerador, embrague, primera, un poco de freno, embrague, marcha atrás, primera, mirar por el espejo retrovisor derecho, observar por el espejo retrovisor izquierdo, palpar un poco el freno, embrague, primera…TODO ERA ARMONÍA. Apagó el motor. Silencio. Lágrimas. Silencio. Oscuridad…y un suspiro que se le escapó al Bola. Y LA VIRGEN DE LA YERBA PERENNE APARECIÓ MONTADA EN BICICLETA.

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